jueves, 26 de octubre de 2017

Página Suelta #13. Sobre las dos culturas, los libros y un génesis de periodista cultural

Casi siempre hablamos de dos culturas. Una más elevada, reservada para mentes más sagaces, algunas personas elegidas capaz de desdeñar el verdadero significado de una creación cultural; y otra más baja, denominada de forma mayoritaria como popular, en donde se encuentra todo aquello que es consumido por la mayoría de las personas.

Y todos tenemos en nuestra cabeza cuál es mejor, cuál es peor, cuál nos gusta más y aquella de la que ignoramos más cosas, pero como sentenció Einstein, todos ignoramos algo pero no todos ignoramos lo mismo. Así sucede, por ejemplo, que la lectura antiguamente definía a la gente ilustrada y ahora apenas tiene ningún valor, en palabras de Francisco Rodríguez Pastoriza, eminente periodista cultural. Pero yendo a lo profundo de la cuestión, el mundo del libro se ha universalizado hasta límites insospechados. Ya no son un producto de lujo (salvo alguna edición que hace que la excepción confirme la norma), al alcance de unos pocos.
La presentación del libro 'Oficio de lecturas. Escritos de Periodismo cultural', del profesor y periodista Francisco R. Pastoriza, en la Facultad de CC. de la Información (UCM)
Todo ello se adereza con algunos debates paralelos, pues es innegable el papel de las editoriales o la industrialización de la cultura, así como que no se puede ignorar la controversia de ponderar por encima el interés económico a la calidad que cierta crítica, que por otro lado copan los mismos generalmente, otorga a una novedad que sale al mercado. Pero, ¿y la lectura? ¿Está reñida con los libros? Evidentemente no. Es fácil comprobarlo cuando viajas en metro, la mayoría está leyendo pero el mínimo porcentaje de esa mayoría lee un libro.

Así que quizá el debate no sea si se lee mucho o poco, o si la cultura es accesible a todas las capas sociales (que también hay que debatir estos aspectos), pero es posible que el tema central del debate estribe en qué se lee. Y ahí es donde los periodistas entramos. Como transmisores de cultura. Como comunicadores de una experiencia personal ante una obra de teatro, un concierto, una exposición o un poemario.

Pero tenemos que estar preparados. Ser conscientes de la importancia que se nos otorga respecto a la creación de nuevas opiniones. Conscientes y valientes para hablar de cosas desconocidas que aún están por descubrir. Conscientes y consecuentes con nuestras piezas periodísticas. Para ello las referencias son esenciales. Nombres altísimos como Borges o Todorov no se alcanzan a base de pruebas irresolutas, sino a base de pruebas que consigan delimitar el camino hacia el progreso a la hora de informar de actualidad cultural. Además, las nuevas tecnologías ofrecen diversos canales para poder escribir y hacerlo cada vez mejor hasta llegar al fin, hasta aquello que algunos escriben hasta con mayúsculas, su nombre es Estilo y se apellida Propio.

Está en nuestras manos equivocarnos.
Está en nuestras manos no dejar de mejorar.

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