lunes, 20 de noviembre de 2017

Página Suelta #19. La interacción en los museos como algo fundamental

Los museos, generalmente, suelen ser atractivos bien por la temática que en ellos se trata, las condiciones de las salas, la calidad del comisariado de las exposiciones o los diferentes elementos que conforman las correspondientes muestras a la hora de exhibirlas. Es en este último caso donde, en mi opinión, se encuentran los mayores esfuerzos para atraer al público joven, desde las edades más tempranas.

Salvando las distancias debidas a que cada exposición tiene unas características peculiares y la puesta en escena de cada una de ellas deja mayor o menos espacio para la imaginación, siempre hay recovecos en los que el público puede sentirse dentro de la exhibición. En un caso concreto, el Museo Arqueológico Nacional (MAN), este hecho se lleva a cabo de una forma bastante lograda.

Centrándonos en su exposición permanente, cada sección cuenta con un monitor en el que se proyectan diferentes imágenes, a modo de salvapantallas, hasta que alguien pulsa un botón. En ese instante, se empieza a reproducir un vídeo introductorio sobre la etapa de la Historia en cuestión. Hasta en nueve ocasiones distintas se puede llevar a cabo este proceso.

Pero la interacción con el público, aunque esto ya no sirve solo para los más pequeños sino también para el público en general, va mucho más allá. En diversas ocasiones, el visitante tiene la oportunidad de tocar reproducciones muy logradas sobre los instrumentos que las personas de cada época utilizaban.

Así pues, el tacto de cualquier persona puede disfrutar de la calidad del filo de cada útil, tallado de la forma más exacta para cumplir su función, ya sea cazar, cortar, moler o triturar; tanto de hueso como de piedra. Algo que llama la atención, sin duda, a los niños que se acercan a ver la exposición pero también a los más mayores que no se quedan con las ganas de saber hasta qué punto herramientas utilizadas hace miles de años podían estar tan bien definidas.

En este sentido, los elementos expositivos que se pueden tocar están marcados con una señal (un contorno de una mano con la palma extendida en vertical) que advierten a los visitantes de la posibilidad de estrechar las distancias con el expositor y comprobar por ellos mismos cómo eran las herramientas que se usaban día a día en cada época.

Por otro lado, creo que las reproducciones a escala natural, ya sea una cueva o una casa algo más sofisticada, también se deberían englobar dentro de la interacción con el público. Digo esto porque resulta muy fácil imaginarse la vida que tenían nuestros antepasados, al igual que ocurre cuando tocas los instrumentos utilizados, al ver las reconstrucciones a un tamaño en el que la imaginación tiene poca cabida.

Como colofón, ya al final del recorrido hay unas gafas de realidad virtual, que aunque en el momento de la visita del autor de este texto no funcionaban, creo que es una buena relación que se puede hacer entre el pensamiento comúnmente aceptado de lo aborrecido que puede llegar a ser visitar un museo que no te guste y las nuevas tecnologías, que sin ningún ápice de duda también se tienen que utilizar como nexo para atraer e incentivar un público nuevo.

Es así y no de otro modo como el MAN explota las posibilidades de interacción, que por un lado consiguen atraer a un público más joven pero por el otro logran un nivel de verosimilitud que el público general agradece.

-Texto escrito para la asignatura 'Periodismo especializado en ciencia y cultura',
presentado el día 22 de noviembre de 2017.-

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