jueves, 7 de diciembre de 2017

Página Suelta #24. Sobre la realidad de los sueños

La mayoría de personas defienden que leer es el acto cultural que más cosas aporta a las personas. Y estoy de acuerdo, ¿pero qué hacer con aquellas cosas para las que no hay palabras? Las imágenes. Vivimos de imágenes. Un poema es una imagen. Una novela está llena de imágenes. El cine es una novela en imágenes.

Paneles en referencia a lo que Fellini dijo en una entrevista. Lo que le gustaba y lo que no,
además de mostrar una silla imitando a la del director de cine.
Esto fue lo que le pasó a Federico Fellini cuando el Banco de Roma le encargó realizar unos anuncios para promocionarse. Corría el año 1992, y el artista pensó que sería buena idea inspirarse en su libro secreto, el Libro de los sueños. Allí es donde Fellini, desde la década de los 60, anotaba, garabateaba o escribía casi todas las mañanas los pasajes, los sueños, las pesadillas, que habían visitado su cabeza durante la noche.

Había una pesadilla repetida. Un sentimiento de culpa por tener relaciones fuera del matrimonio que constantemente le despertaba y le obligaba a visitar a su psicólogo. Ese fue el nexo de unión que comparten las tres piezas que acabó filmando el autor italiano. Los cortometrajes, de una duración inusitada para el formato publicitario, tienen un contenido insólito.

Tres fotografías expuestas en la exhibición del Círculo de Bellas Artes de Madrid
que me recuerdan al proverbio: “Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira al dedo”
Al fin y al cabo, el contenido son sus sueños y el continente nuestro cerebro al ver las piezas publicitarias. ¿Existe algo que una más a las personas que sentimientos como el miedo, la culpa, el amor o la empatía? Fellini consiguió escribir sus pesadillas, mostrárnoslas fotograma a fotograma, y además introducir un anuncio en un formato publicitario.

Todas las personas sueñan. Pero ser un artista no es poder hacer arte, sino hacer arte. Y en mi definición de arte hay un espacio reservado para Fellini. Hacer universal un sentimiento arraigado dentro de ti, que te despierta por la noche, que necesita tratamiento profesional. Si que alguien consiga que nos despertemos con sus propias pesadillas no es arte, que venga Dios y lo vea.

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